Tener una cocina que combine funcionalidad y estética no es tarea fácil, pero, ¡vaya si merece la pena! La cocina, para mí, es el corazón de la casa, el lugar donde todo ocurre: desde las comidas rápidas entre semana hasta las cenas largas y charlas infinitas con amigos. Cuando me decidí a diseñar cocina en Vigo, me di cuenta de que lo principal no era seguir una tendencia específica, sino adaptar el espacio a mis necesidades y a mi estilo de vida. Así que, tras un buen repaso a las últimas tendencias y unos cuantos bocetos, me lancé a crear un diseño que equilibrara lo práctico con lo acogedor, aprovechando cada rincón para hacer de la cocina un espacio no solo para cocinar, sino para disfrutar.
Lo primero que tuve en cuenta fue la distribución. La típica cocina en forma de U sigue siendo una de las opciones más populares, especialmente en espacios pequeños, porque permite un buen flujo de trabajo. Sin embargo, si cuentas con un área más amplia, una isla central puede ser la guinda del pastel. La isla no solo ofrece una superficie extra para preparar alimentos, sino que también se convierte en el punto de reunión. Añadir unos taburetes alrededor transforma ese espacio en un lugar ideal para desayunar o para tomar una copa de vino mientras alguien más cocina. Además, no me olvido de la iluminación. Incluir luces empotradas bajo los armarios superiores fue un acierto, porque iluminan el área de trabajo sin crear sombras molestas.
Otro de los elementos que considero clave a la hora de diseñar cocina en Vigo es la elección de los colores. Aunque el blanco ha sido el rey indiscutible de las cocinas durante mucho tiempo, decidí arriesgarme con tonos más oscuros, como el gris grafito o incluso el negro mate, que aportan elegancia y un toque contemporáneo. Combinarlos con detalles en madera natural, como encimeras o estantes abiertos, creó un contraste perfecto entre lo moderno y lo acogedor. Pero ojo, que no todo es elegir un color porque está de moda. También hay que pensar en la funcionalidad. Los colores claros ayudan a que la cocina parezca más grande y luminosa, mientras que los oscuros, aunque son más elegantes, requieren de una buena fuente de luz para no oscurecer el ambiente.
En cuanto a los materiales, opté por superficies de cuarzo y cerámica, que son resistentes y fáciles de limpiar. También exploré otras opciones como el acero inoxidable para darle un toque industrial y muy moderno a la cocina, aunque reconozco que el mantenimiento del acero puede ser un poco más tedioso. ¿Y los armarios? Decidí elegirlos sin tiradores, con un sistema push-to-open que da un aspecto limpio y minimalista. Al principio me preocupaba si serían prácticos o no, pero debo decir que es una maravilla no tener esos tiradores estorbando visualmente.
El almacenaje es otro punto que no se debe pasar por alto. Crear zonas de almacenamiento escondidas y armarios altos hasta el techo me permitió aprovechar al máximo el espacio disponible. Añadir cajones con separadores y compartimentos especiales para los utensilios hizo que todo tuviera su lugar y que la cocina se mantuviera organizada y libre de caos. Algo que, cuando se cocina con frecuencia, es simplemente esencial.
Por último, el toque decorativo. Aquí me dejé llevar por mi creatividad, combinando plantas, frascos de vidrio y utensilios de cocina expuestos que no solo eran prácticos, sino que aportaban carácter al diseño. Decidirme por detalles en cobre, como griferías y lámparas colgantes, fue la elección ideal para añadir un punto de sofisticación sin recargar el espacio. Todo ello hizo que mi cocina no solo cumpliera con mis expectativas de funcionalidad, sino que se convirtiera en un lugar acogedor y con personalidad propia.