Ya lo tenemos (casi) decidido: cambiaremos de piso en unas semanas. Y hemos iniciado el proceso de ver otros pisos y compararlo con el actual. Porque cabe la pequeña posibilidad de que no veamos nada que supere al nuestro y nos echemos atrás. De momento, no hemos comunicado nuestra decisión a la casera: no queremos precipitarnos, no vaya ser que luego tengamos que volver el redil. 

Pero lo cierto es que estamos a disgusto por algunas cosas que han ido sucediendo con nuestro piso en los últimos tiempos. Por ejemplo, hace ya más de un año que nos prometió que nos iba a cambiar una de las duchas añadiéndole mamparas de baño fijas. Cuando llegamos a este piso, una de las cosas que menos nos gustó fue que una ducha no tenía mampara: solo una cortina. Al estar casi al mismo nivel del suelo es casi imposible no mojarlo a poco que te despistes. Y aunque nos hemos acostumbrado a ella (tenemos otro baño con bañera que es la que solemos usar) queríamos que nos pusiera mampara fija a lo que accedió ya hace más de un año.

No hemos tenido noticias de esto, ni tampoco de la nueva vitrocerámica que iba colocar teniendo en cuenta que la nuestra funciona regular. Al principio creímos que estaba muy liada porque sabemos que estaba teniendo problemas en el trabajo, pero una vez lo solucionó siguió sin cumplir lo prometido. Nosotros hemos aprovechado la coyuntura para hacernos también los suecos ya que empezamos a pensar en cambiar de piso y así podíamos usar su dejadez para presionar.

Aunque parezca una tontería, una de las cosas que estamos mirando en los nuevos pisos son las mamparas de baño fijas. Algunos de los pisos que vemos son de la misma época que el nuestro y tienen parecida estructura de forma que también tienen la misma ducha al nivel del suelo, pero se ve que varios dueños han puesto una mampara: como debe ser. Desde luego, ese no va ser el único criterio que vamos a seguir para elegir una casa u otra, pero a nivel psicológico ayuda para enfocar el cambio de casa desde una perspectiva positiva.