Fue la primera vez que tuve contacto directo con una enfermedad tan terrible como el cáncer. La hermana de mi madre padeció cáncer de mama y lo superó, pero el proceso fue muy duro para su marido e hijos y también para el resto de la familia. Además, le afectó siendo muy joven, solo con 43 años con lo que nos cogió a todos de sorpresa.
Si lo miro por el lado positivo, me sirvió, como hombre, para conocer más de cerca el drama que padecen muchas mujeres con el carcinoma da mama, una enfermedad que, por suerte, cada vez está mejor tratado y cuya detección es más sencilla que hace unas décadas.
Tengo que decir que yo siempre he preferido vivir un poco de espaldas a al mundo de las enfermedades, supongo que como le pasa a muchas otras personas. Recuerdo que hace un tiempo cayó en mis manos en el metro un periódico especializado en medicina, dirigido a profesionales. Suele gustarme leer esta clase de publicaciones muy especializadas dentro de un sector concreto por pura diversión porque me hace alejarme de mi profesión. Pero con este periódico sucedió algo curioso: a la tercera página lo volví a dejar donde estaba porque no podía seguir leyendo sobre tantas enfermedades diferentes, algunas de las cuales ni siquiera conocía de su existencia. Pero aunque quieras vivir aislado, tarde o temprano te toca de cerca alguna enfermedad: es ley de vida.
En el caso de mi tía todo empezó con una mamografía. Ella siempre ha dicho que ha tenido suerte, porque en su época no se recomendaba hacer este tipo de prueba de detección de carcinoma da mama para mujeres en su franja de edad. Pero ella quiso empezar a hacérsela anualmente desde los 40 años y fue clave para una detección temprana del problema.
Una vez que se lo diagnosticaron siguió el tratamiento establecido y se recuperó, pero en las primeras semanas fue todo un drama para la familia. Y como digo, tras varios años de aquello, a mí me sirvió para tener más experiencia con estos problemas tan delicados.