Cuando se tiene un piso en una zona histórica de una ciudad se disfruta de un inmueble valioso, bonito y muy bien situado. Pero todos esos privilegios también tienen un coste y es que a la hora de llevar a cabo rehabilitacion viviendas hay que seguir unas normas muy rígidas que vienen dictaminadas por las diferentes autoridades, como por ejemplo el servicio de urbanismo del ayuntamiento.
Generalmente, los propietarios del edificio se ven obligados a mantener la fachada si tiene unas determinadas características que le otorguen un valor histórico. Y, en caso de poder realizar cambios, estarán sujetos a las normas marcadas para que la zona histórica siga manteniendo edificios adecuados a la época.
Pero, como normal general, las normas no afectan al interior del edificio. Es decir, mientras se respete el que las ventanas sean de madera o que tengan balcones de piedra en la fachada, nadie va a impedir que por dentro la vivienda cuente con lo más moderno en cocinas, baños o mobiliario. Incluso en muchos casos se permite que, si se mantienen las ventanas originales en madera, muy poco prácticas y que no aíslan en absoluto, se pueda poner una doble pared por dentro con ventanas más prácticas y que de verdad mantienen la temperatura de la vivienda.
Cualquier proyecto de rehabilitación de vivienda en el casco histórico de una ciudad tiene que estar llevado a cabo por profesionales, que deben de realizar el proyecto consultando toda la normativa para que no haya ningún problema y sea aprobado sin cortapisas por el ayuntamiento, pudiendo comenzar los trabajos sin demoras innecesarias.
Una de las ventajas de estas casas es que, ya que hay que ceñirse a lo que se manda, es frecuente que también se ofrezcan ayudas para poder realizar los arreglos, que a veces son muy caros, rehabilitando fachadas históricas y dejándolas en perfecto estado gracias a las buenas financiaciones o al dinero en efectivo que aportan las diferentes instituciones.
Hay empresas que conocen muy bien toda esta normativa o que pueden aconsejar a quién acudir para no perder ninguna ayuda y para que la casa, al final, tenga el encanto de lo antiguo por fuera, pero, en su interior, esconda un corazón muy moderno y cómodo que haga que la vida sea tan práctica y tan agradable como en cualquier otra casa de este siglo.