Durante mucho tiempo fue costumbre en un gran número de hogares contratar un seguro de decesos para todos los miembros de la familia desde el momento en el que nacían. Nada más tener un hijo, el matrimonio lo incluía en la póliza y comenzaba a pagar por este servicio. En muchos casos, este pago se perdía cuando un hijo se independizaba o se casaba, ya que contrataba su propio seguro para tener cubierta a su familia.
Hoy, las cosas se hacen de una manera ligeramente diferente ya que, aunque un hijo se case, no suele abandonar el seguro de decesos de sus padres ya que son más conocedores de las ventajas que pueden llegar a perder.
Si tus padres no eran tan previsores y si con el paso del tiempo han decidido renegociar su póliza y ya no vas a estar en ella, te tocará elegir la mejor compañia seguros decesos. Pero ¿cómo saber cuál es?
Para empezar, tienes que saber qué es lo que estará incluido en tu póliza de la manera más exacta posible. Por ejemplo, ¿incluye la póliza que estás mirando la posibilidad de incineración sin que suponga un gasto extra? Esto es algo a tener en cuenta en el caso de que sea la opción que barajas cuando fallezcas. ¿Cuentas con un nicho o necesitas que se te facilite uno? Algunas pólizas te ofrecen la posibilidad de contar con un nicho temporal o incluso con uno permanente.
Todas estas cosas deben de ser tenidas en cuenta ya que muchos se centran exclusivamente en el precio de la póliza o en detalles como qué tanatorios incluyen o cuántas coronas de flores podrán poner la familia sin un gasto adicional. En definitiva, pequeñeces cuando vemos los gastos que pueden suponer unas cosas y otras y en los quebraderos de cabeza que conllevan para los que quedan detrás.
Y hablando de quebraderos de cabeza, el poder contar con asesoramiento por parte de un abogado y que se encarguen de resolver al menos los papeleos más urgentes, también es algo que debemos de poner en la balanza cuando escojamos la compañía con la que vamos a firmar la póliza.
Por último, es importante saber que firmar una póliza no es una atadura de por vida. Si no estamos contentos y queremos cambiar, podemos hacerlo y debemos de poder llevarnos el capital acumulado con nosotros para la nueva compañía.