Hay veces que las vacaciones empiezan mal y acaban regular. Y algo así fue lo que nos pasó el último verano en Alicante. Hasta ese momento nunca habíamos ido de vacaciones a un apartamento particular, siempre habíamos ido a aparthotel. Para estas cosas somos un poco tradicionales y siempre nos gusta tener una recepción, aunque luego no hagamos uso de ella. No nos fiábamos mucho de ese “nuevo” tipo de alojamiento… pero la “pela es la pela” y tuvimos que optar por algo así el último verano.
Y el asunto no empezó nada bien con el tema del aparcamiento. Yo sabía que no iba ser fácil el asunto de los parkings en Alicante por las referencias que tenía. Antes de viajar a los sitios, aunque sean sitios cercanos, suelo leer blogs especializados de viajeros para los temas más prácticos, sobre todo para el transporte público, las compras, los precios, los aparcamientos y demás. No tanto para lo que se puede ver o hacer que de eso ya me encargo yo. Pero es cierto que la experiencia de los viajeros o residentes en los sitios es muy válida antes de viajar.
En este caso ya tenía claro que a la hora de buscar parkings en Alicante no iba a ser fácil, y por eso valoré reservar por anticipado. Cuando voy con la familia de viaje, sobre todo en viajes largos, acabo bastante cansado porque hay que estar pendiente de muchas cosas, para luego, además, llegar al destino y pasar otra media hora sudando la gota gorda para buscar aparcamiento. Pero como la dueña del apartamento ya nos había dicho que teníamos parking propio, yo me despreocupé. Claro que cuando llegamos allí descubrí que lo del parking privado era un poco sui generis.
Era, sin lugar a dudas, el parking más complicado que he conocido en mi vida. Un infierno para entrar y una plaza súper complicada para aparcar. Vale, había plaza, pero no era aquello lo que yo había imaginado. Así que me dijo la dueña que la otra opción era aparcar fuera… pagando. Pero finalmente no tuve que hacerlo porque cogí una muy buena plaza por la noche y allí lo dejé en los días sucesivos.